viernes, 4 de diciembre de 2015

Inteligencia artificial emergente


La inteligencia artificial (IA), a diferencia del hardware y el software normales, permite a una máquina percibir y responder al entorno cambiante que la rodea. La IA emergente lleva esto un paso más allá, dando lugar a máquinas que aprenden automáticamente asimilando grandes volúmenes de información.


Al igual que la robótica de última generación, la IA mejorada aumentará considerablemente la productividad, a medida que las máquinas se vayan haciendo cargo de algunas tareas que tradicionalmente realizan los humanos (incluso con un mejor rendimiento). Por ejemplo, las pruebas indican que los coches autónomos reducirán el número de colisiones; y es probable que las máquinas inteligentes, al tener acceso a un almacén mucho mayor de información y responder sin el sesgo emocional humano, puedan diagnosticar enfermedades mucho mejor que los profesionales médicos. De hecho, el sistema Watson de IBM ya se está utilizando actualmente en el campo de la oncología para ayudar a diagnosticar y establecer tratamientos personalizados.

Sin embargo, la IA también tiene sus riesgos. Los más evidentes:
  • Esa pesadilla tan recurrente en obras de ciencia ficción en las que las máquinas superinteligentes superan y esclavizan a los humanos. Aunque todavía estamos a varias décadas de que pueda hacerse realidad, los expertos ya están empezando a tomárselo en serio.
  • El reemplazo de los trabajadores humanos por computadoras producirá cambios económicos que podrían incrementar las desigualdades sociales y amenazar los empleos existentes.

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